viernes, 10 de diciembre de 2010

El México posrevolucionario

Después de Lázaro Cárdenas, México entra a la etapa posrevolucionaria. Las características principales de este periodo son que el Estado va a ir rigiendo o dictando cada vez en menor grado el camino que tome en lo político y económico la nación.

En lo inmediato, las realidades y necesidades de la participación tanto de México como de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, y sus consecuencias, van a definir el desarrollo de la economía nacional.

Al primer periodo, que va de 1940 a 1970, se le llama el del Desarrollo Estabilizador. Este lo abarcan las presidencias de Manuel Avila Camacho (1940 a 1946), Miguel Alemán Valdés (1946 a 1952), Adolfo Ruiz Cortines (1952 a 1958) y Adolfo López Mateos (1958 a 1964). Es el periodo durante el cual el crecimiento económico nacional alcanza un enorme nivel, la balanza económica nacional se encuentra en equilibrio, y gradualmente el país va alcanzando la preeminencia iberoamericana en el concierto universal.

Sin embargo, el siguiente periodo presidencial, de Gustavo Díaz Ordaz (1964 a 1970), marca el rompimiento de este modelo. Su ícono lo constituye la rebelión estudiantil de 1968, que muestra el hastío de las clases medias (los estudiantes) con el camino que ha seguido el país.

De 1970 a 1985 seguirá el modelo de Desarrollo Compartido, en el que utilizando políticas de dispendio público, el Estado intenta promover el desarrollo económico de los desposeídos. En sexenios se traduce en los gobiernos de Luis Echeverría (1970 a 1976), José López Portillo (1976 a 1982) y Miguel De la Madrid (1982 a 1988). En su inicio, se intenta financiar el crecimiento nacional a través de los ingresos petroleros, aunque el derrumbe de los precios del petróleo durante el gobierno de López Portillo lleva al traste con el modelo, y en el siguiente periodo presidencial no se ha ideado aún la solución a los problemas del país.

Vendrá después la década de 1990, en la que el país se rige bajo el Consenso de Washington, y el Estado adopta el Neoliberalismo como modelo económico nacional. En términos presidenciales corresponde a los gobiernos de Carlos Salinas de Gortari (1988 a 1994) y Ernesto Zedillo (1994 a 2000).

Y ya más recientemente, se da la transición política hacia la derecha, bajo un modelo económico neoliberalista. Corresponde a los gobiernos de Vicente Fox Romero (2000 a 2006) y Felipe Calderón Hinojosa.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Resumen General, 1920 a 1940.- El periodo de las pugnas ideológicas de la revolución


Si bien el periodo de luchas bélicas de la revolución en México duró diez años, de 1910 a 1920, el de las contiendas ideológicas duraría veinte, de 1920 a 1940. Este último inició con el ascenso de Obregón a la presidencia de la nación, cuando nuestro país aún no sabía si seguir el camino de los caudillos o el de las instituciones.

Obregón, caudillo, planteó, al menos en la proclama de Nogales que lanzó su candidatura en 1919, la necesidad de formar organismos políticos nacionales. Entendía como expresión nacional ideológica de su momento a dos principios, el conservador y el liberal. Y proponía la libre participación de ambos, en contienda abierta.

Vino después su presidencia, seguida de la de Plutarco Elías Calles, quien días después de su toma de posesión reconoció que “el movimiento revolucionario ha entrado en su fase constructiva” y así fue cómo se dio a la tarea de iniciar la reconstrucción económica nacional, aunque en lo ideológico la nación se agitaba entre varios problemas: la pugna religiosa, iniciada por el mismo Calles, quien intentó imponer su visión jacobina a la nación, y por el otro la enorme proliferación de partidos políticos, miles en realidad en el país, que tejían y entretejían la enorme y compleja madeja política nacional de acuerdo con circunstancias electorales momentáneas, muchas de ellas regionales.

Bajo este panorama transcurrió el cuatrienio de Plutarco Elías Calles, y en su informe final, después del asesinato del presidente reelecto, Alvaro Obregón, Calles dijo que la nación debía ya: “pasar de una vez por todas de la condición histórica del país de un hombre a la de nación de instituciones y de leyes” y agregó unos párrafos que casi han quedado olvidados en nuestros días de su mensaje final, proponiendo permitir “a la reacción política y clerical” la discusión abierta, a “la lucha de ideas.” Meses después sería integrado el Partido Nacional Revolucionario, cuyo primer presidente sería el mismo Calles. 

En la presidencia de la república, a Calles le sucedería un interregno de seis años, hasta 1934. Y fue precisamente durante este periodo cuando el PNR lanzó la candidatura de Pascual Ortiz Rubio, que tuvo como contendiente al más grande filósofo que haya visto la época contemporánea de nuestro país, José Vasconcelos, quien a su llegada a México desde el exilio para iniciar su campaña política, pronunció, aquí en Nogales precisamente, la frase de que "la revolución necesita, por fin, llegar a los espíritus." Sin embargo, esa candidatura fue acremente combatida por el gobierno de Calles con encarcelamientos, persecuciones y muertes como la masacre de Topilejo, con el resultado oficial de 1.8 millones de votos de Ortiz contra 106,000 de  Vasconcelos, y así asumió Ortiz la presidencia.

Sin embargo, los problemas en la sucesión presidencial indicaban que el poder de Calles iba menguando, hasta que finalmente Lázaro Cárdenas se encargó de deshacerse del callismo en 1936. Después terminaría la contienda religiosa, para en seguida dar comienzo a una campaña nacional de redistribución de la tierra y de recuperación para el país de los recursos del subsuelo, siendo el petróleo el de mayor impacto.

Sin embargo, al final de su sexenio dio marcha atrás debido a la conjunción de factores opuestos a su política ideológica. Por ejemplo, para deshacerse de los callistas, Cárdenas había tenido que aliarse con grupos regionales conservadores, “saltimbanques y girasoles” como les llamaría alguien, quienes únicamente se subieron al carro cardenista por conveniencia personal, y al aproximarse el final del sexenio quienes lo habían sostenido cambiaron de bandera, amenazando con destruir la obra de Cárdenas.

Como nos recuerda Alan Knight: “Entre 1938 y 1940, enfrentándose a series dificultades económicas y retos políticos, la administración dio marcha atrás.” En lo político, en 1939, ya a finales del sexenio de Lázaro Cárdenas, se había integrado el Partido Acción Nacional; mientras que en lo económico, el ejido colectivo fallaba debido a la corrupción gubernamental, a la vez que los ferrocarriles nacionalizados habían sufrido un desastroso accidente en abril de 1939 que llevó a la renuncia en masa del Consejo de Administración de los Ferrocarriles, seguida de la del dirigente sindical ferroviario. Sin embargo, posiblemente el principal signo del viraje ideológico lo provocó la solución de la disputa de la compañía ASARCO, la principal compañía minera del país. Para entonces, los ingresos nacionales petroleros y de minería habían sufrido una enorme caída por las políticas nacionalistas del país, y fue entonces que el gobierno cardenista promovió una solución amigable a los intereses de ASARCO. La razón: esta compañía realizaba adelantos en los pagos de sus impuestos al gobierno mexicano, ingresos que ayudaban mucho a la apretada situación financiera del país.

Así fue cómo Cárdenas escogió al moderado Manuel Avila Camacho para que le sucediera, cuando todos pensaban que el elegido sería Francisco Múgica, quien comulgaba con las políticas redistributivas del mismo Cárdenas.

De esta manera, el mismo Cárdenas se encargó de terminar con la política que él mismo había impuesto. Posiblemente quien mejor haya descrito lo que vino después sea Alan Knight, quien lo ha resumido así: “Después de 1940, las instituciones claves del cardenismo –el ejido y la educación socialista, la CTM, la CNC y PRM; Pemex y los Ferrocarriles Nacionales- a duras penas cumplían las esperanzas de la década de mediados de los 1930; ni tampoco, para ponerlo de otra manera, cumplieron los temores de los hombres de negocios y conservadores. El cascarón institucional del cardenismo permaneció, aunque su dinámica interna se había perdido. En otras palabras, la carreta había sido secuestrada por nuevos choferes quienes regresaron la máquina, subieron a gente nueva, y se dirigieron en una dirección totalmente distinta.”

viernes, 19 de noviembre de 2010

Resumen General, 1910 a 1920.- El Periodo Bélico de la Revolución Mexicana

¿Cómo entender a la revolución? La revolución mexicana, con o sin mayúsculas, para sus apologistas y detractores. El movimiento social que definió al país durante el siglo XX y lo preparó, también, para el XXI. En estos dos artículos concluyo la serie que inicié, hace ya un año y gracias al espacio que amablemente me concedió este diario, como mi conmemoración del centenario de su inicio.

¿Cómo entenderla? La mejor forma de asomarse a ella es recorriendo las etapas por las que pasó; es seguirla a través de su infancia, de su adolescencia y madurez hasta su muerte. Eso veremos en éste y el siguiente artículo.

La revolución mexicana nació en 1910 con el movimiento de Francisco Ignacio Madero. Esta fue una gestación totalmente inesperada, seguida del nacimiento de un México continuación y a la vez rompimiento de su cordón umbilical con el pasado, un parto que nadie esperaba que tendría éxito. La caída de Díaz fue totalmente insospechada y así subió al poder Madero.

Durante esta primera etapa, Nogales casi no sintió la transición, el Nogales porfirista y el de Madero se confundieron en un continuo en el que no hubo algún parteaguas apreciable.

Pero luego vino la traición de Victoriano Huerta y el asesinato de Madero, y así se abrió la caja de Pandora; los demonios salieron de sus cárceles y los cuatro jinetes del Apocalípsis se lanzaron sobre el país. Y durante esta etapa la frontera adquirió un poder que no había tenido durante el maderismo. Las razones: la frontera fuente telegráfica de las noticias, la frontera donde se podía adquirir armamento a cambio de ganado y productos embargados a los sonorenses; la frontera donde se  podía buscar asilo en caso de derrota o legitimación en caso del triunfo.

Así fue cómo el primer combate del Constitucionalismo contra la usurpación de Huerta ocurrió precisamente aquí, en Nogales, el 13 de marzo de 1913, fecha cabalística si las hay, fecha que inicia el ambiguo proceso de la apertura del camino revolucionario que al inicio únicamente intentaba vengar la muerte de Madero, pero que se convirtió en pugna entre reivindicaciones sociales insatisfechas y la necesidad de reconstruir la economía nacional a través de conseguir la armonía entre los dispares intereses de clases en conflicto.

Así, Carranza inició su gobierno aquí, primero en Nogales y luego en Hermosillo, cuando Sonora le abrió sus puertas al paria que arriesgaba todo por lograr construir un nuevo México. Y desde aquí partió el Cuerpo revolucionario de Obregón que fue conquistando la costa del Pacífico mexicano hasta lograr entrar a la Ciudad de México.

Y después de la conquista de la Cd. de México vino la peor etapa de la revolución, la fase armada, la pugna entre el Constitucionalismo que intentaba construir un México urbano moderno por un lado, que se enfrentaba al Villismo afloramiento de mestizajes norteños que buscaban la reivindicación del agrarismo mestizo, aunado al Zapatismo que intentaba lo mismo, pero para los indígenas desposeídos durante décadas, ¿qué digo décadas? Por siglos de abandono. Es decir, la pugna pero a la vez confluencia de ansiedades de ser, de necesidades ancestrales insatisfechas de formas distintas de vivir, aunque también de fórmulas divergentes, de soluciones sobre cómo sería el México del siglo XX. Y aquí fallaron los agrarismos de Villa y de Zapata cuando no se unieron éstos contra el naciente urbanismo de Carranza, y con ello sellaron su suerte final.

Pero mientras, tras la conquista de la Ciudad de México por el Carrancismo, vinieron la Convención de Aguascalientes y la de Querétaro, seguidas de la promulgación de una nueva Constitución, triunfos temporales del Villismo y Zapatismo contra el constitucionalismo, aunque al fin asumió el poder nacional Venustiano Carranza, y por un tiempo el héroe invicto de la revolución, Álvaro Obregón, fue su Secretario de Guerra.

Y al aproximarse la fecha de la sucesión presidencial de 1920, Álvaro Obregón renunció a la Secretaría y regresó a Sonora. Y coincidentemente escogió también a Nogales para preparar su campaña presidencial, y desde aquí, de Nogales, lanzó su candidatura presidencial, y propuso a la nación una fórmula urbana para el México del futuro.

Vino después el Plan de Agua Prieta de los sonorenses, plan que desconocía al gobierno de Carranza, seguido de la huida del varón de Cuatro Ciénegas y el incidente de Tlaxcalantongo que selló su suerte y al mismo tiempo el ascenso al poder nacional de Obregón, y así llegó éste a ocupar la silla presidencial, a imponer la otra visión del nuevo México, la fórmula urbana, y con su triunfo concluía la etapa armada de la revolución e iniciaba la contienda ideológica.

jueves, 18 de noviembre de 2010

El Sexenio de Lázaro Cárdenas

Hay que entender el primer periodo presidencial de seis años en México, de Lázaro Cárdenas (1934 – 1940), analizando sus etapas.

La primera, fue deshacerse de los callistas en 1935 y 36; después, se dedicó a solucionar el problema religioso en 1937, acompañada de la distribución agraria, para continuar con la nacionalización del petróleo en 1938 y terminar el sexenio con la preparación de la sucesión presidencial.

Como vimos en los artículos anteriores de esta serie, Plutarco Elías Calles había conservado el poder político en México desde 1924, y al tomar posesión Lázaro Cárdenas todo hacía suponer que continuaría ejerciéndolo.

Las versiones varían acerca de los detalles del inicio del rompimiento entre Cárdenas y Calles, aunque todo derivó de la agitación obrera que promovían entonces la Confederación General de Obreros y Campesinos de México, dirigida por Vicente Lombardo Toledano, y el grupo capitaneado por los “cinco lobitos” como se les llamaba, dirigidos por Fidel Velázquez. 

Entre diciembre del 34 y mayo del 35 habían estallado más de 500 huelgas en el país. Bajo este escenario de inestabilidad se desarrolló la primera conversación entre Cárdenas y Calles a mediados de 1935, en la que Cárdenas le informó que les iba a jalar las riendas a los obreros rebeldes. Al escucharlo, Calles le respondió al presidente que no le convenía quedar al descubierto con declaraciones contra el movimiento obrero, y se ofreció a hacerlas él mismo, oferta que, como nos recuerda Enrique Krauze, “Cárdenas permitió de mil amores.”

En junio de ese 1935 se publicaban las declaraciones de Calles en las que decía que el país requería de armonía obrera y acusaba a quienes promovían las constantes huelgas de “ingratitud” cuando bloqueaban el progreso de la nación al  inclinarse por la división del país. Cárdenas dejó pasar unos días y en seguida lanzó una declaración en la que aseguraba, “jamás he aconsejado divisiones.” En seguida, le pidió la renuncia a su gabinete, la mayoría callistas, e integró uno nuevo. Después reemplazó a los gobernadores callistas del país, 14 en total, entre ellos el de Sonora, Ramón Ramos, y finalmente ordenó la expulsión del país del mismo Calles en abril de 1936. Así terminó la influencia de Calles en México.

Vendría después la solución al problema religioso en 1937, tema que ya he cubierto en un artículo anterior, al que acompañaría el reparto agrario de su gobierno, iniciado en 1936 con el de la región de la Laguna, 243 mil Has para 28 mil campesinos, seguido del de la región henequenera de Yucatán , 360,000 Has para 34 mil campesinos; continuaría con el Valle de Mexicali, región desarrollada por la Colorado Land and River Company, 167 mil Has; aunque su mayor expropiación ocurrió en el Noroeste del país, iniciada el 27 de octubre de 1937 al entregarles la margen izquierda del río Yaqui a ejidatarios mestizos y blancos y restituirles la margen derecha a los Yaquis. Así comenzó la redistribución de la tierra del Yaqui y el Mayo entre 1937 y 1940, un total de más de medio millón de Hectáreas.

Al terminar su presidencia, Cárdenas había redistribuido en el país más de  20 millones de Hectáreas a 811,157 individuos siguiendo principalmente la fórmula de los ejidos colectivos. Para 1940, los ejidos cubrían alrededor del 47% de la tierra cultivable de la nación, que si comparamos con la superficie que había sido distribuida para 1930, menos del 15%, nos daremos cuenta de la magnitud del reparto agrario cardenista. Este tema es muy complejo y requeriría, para apenas esbozar sus detalles, de espacios que aquí no disponemos.

Otro de sus grandes logros, aunque no radicado en lo material, fue el asilo que les dio México a miles de refugiados españoles, víctimas de la Guerra Civil Española. Una consecuencia de este asilo fue que entre los refugiados llegaron a México los más preclaros cerebros españoles, científicos, filósofos, profesionistas. Como ejemplo de la aportación que le dieron a nuestro país, estuvo la creación de la Casa de España, que poco después se convertiría en el Colegio de México. Uno de los centros de pensamiento más destadados no únicamente México sino a nivel mundial.

Vendría después el considerado hoy como mayor logro de la presidencia de Cárdenas, la expropiación petrolera, el 18 de marzo de 1938. Los eventos que culminaron con ésta son de sobra conocidos. Las compañías petroleras, extranjeras, tenían una perspectiva radicalmente opuesta a la del gobierno nacionalista mexicano. Desde su punto de vista, el petróleo era suyo, mientras que la Constitución de 1917 sostenía que los recursos del subsuelo, el petróleo entre otros, le pertenecían a la nación. Cárdenas definió de una vez por todas esta situación al hacer valer la Constitución mexicana y recuperar para la nación el petróleo mexicano.

Y así, llegamos a los últimos dos años de ese sexenio, periodo que Jean Meyer ha resumido magistralmente: “Cárdenas elije como sucesor a Avila Camacho, a su derecha. La transición había comenzado en 1938, el tono había bajado, se consolidaban las ganancias adquiridas sin seguir más adelante, la productividad y la industrialización prevalecían sobre la reforma agraria, la lucha social había sido reemplazada por la unidad nacional.” Todo, como antesala de la Segunda Guerra Mundial y la entrada de México a la etapa posrevolucionaria.