¿Cómo entender a la revolución? La revolución mexicana, con o sin mayúsculas, para sus apologistas y detractores. El movimiento social que definió al país durante el siglo XX y lo preparó, también, para el XXI. En estos dos artículos concluyo la serie que inicié, hace ya un año y gracias al espacio que amablemente me concedió este diario, como mi conmemoración del centenario de su inicio.
¿Cómo entenderla? La mejor forma de asomarse a ella es recorriendo las etapas por las que pasó; es seguirla a través de su infancia, de su adolescencia y madurez hasta su muerte. Eso veremos en éste y el siguiente artículo.
La revolución mexicana nació en 1910 con el movimiento de Francisco Ignacio Madero. Esta fue una gestación totalmente inesperada, seguida del nacimiento de un México continuación y a la vez rompimiento de su cordón umbilical con el pasado, un parto que nadie esperaba que tendría éxito. La caída de Díaz fue totalmente insospechada y así subió al poder Madero.
Durante esta primera etapa, Nogales casi no sintió la transición, el Nogales porfirista y el de Madero se confundieron en un continuo en el que no hubo algún parteaguas apreciable.
Pero luego vino la traición de Victoriano Huerta y el asesinato de Madero, y así se abrió la caja de Pandora; los demonios salieron de sus cárceles y los cuatro jinetes del Apocalípsis se lanzaron sobre el país. Y durante esta etapa la frontera adquirió un poder que no había tenido durante el maderismo. Las razones: la frontera fuente telegráfica de las noticias, la frontera donde se podía adquirir armamento a cambio de ganado y productos embargados a los sonorenses; la frontera donde se podía buscar asilo en caso de derrota o legitimación en caso del triunfo.
Así fue cómo el primer combate del Constitucionalismo contra la usurpación de Huerta ocurrió precisamente aquí, en Nogales, el 13 de marzo de 1913, fecha cabalística si las hay, fecha que inicia el ambiguo proceso de la apertura del camino revolucionario que al inicio únicamente intentaba vengar la muerte de Madero, pero que se convirtió en pugna entre reivindicaciones sociales insatisfechas y la necesidad de reconstruir la economía nacional a través de conseguir la armonía entre los dispares intereses de clases en conflicto.
Así, Carranza inició su gobierno aquí, primero en Nogales y luego en Hermosillo, cuando Sonora le abrió sus puertas al paria que arriesgaba todo por lograr construir un nuevo México. Y desde aquí partió el Cuerpo revolucionario de Obregón que fue conquistando la costa del Pacífico mexicano hasta lograr entrar a la Ciudad de México.
Y después de la conquista de la Cd. de México vino la peor etapa de la revolución, la fase armada, la pugna entre el Constitucionalismo que intentaba construir un México urbano moderno por un lado, que se enfrentaba al Villismo afloramiento de mestizajes norteños que buscaban la reivindicación del agrarismo mestizo, aunado al Zapatismo que intentaba lo mismo, pero para los indígenas desposeídos durante décadas, ¿qué digo décadas? Por siglos de abandono. Es decir, la pugna pero a la vez confluencia de ansiedades de ser, de necesidades ancestrales insatisfechas de formas distintas de vivir, aunque también de fórmulas divergentes, de soluciones sobre cómo sería el México del siglo XX. Y aquí fallaron los agrarismos de Villa y de Zapata cuando no se unieron éstos contra el naciente urbanismo de Carranza, y con ello sellaron su suerte final.
Pero mientras, tras la conquista de la Ciudad de México por el Carrancismo, vinieron la Convención de Aguascalientes y la de Querétaro, seguidas de la promulgación de una nueva Constitución, triunfos temporales del Villismo y Zapatismo contra el constitucionalismo, aunque al fin asumió el poder nacional Venustiano Carranza, y por un tiempo el héroe invicto de la revolución, Álvaro Obregón, fue su Secretario de Guerra.
Y al aproximarse la fecha de la sucesión presidencial de 1920, Álvaro Obregón renunció a la Secretaría y regresó a Sonora. Y coincidentemente escogió también a Nogales para preparar su campaña presidencial, y desde aquí, de Nogales, lanzó su candidatura presidencial, y propuso a la nación una fórmula urbana para el México del futuro.
Vino después el Plan de Agua Prieta de los sonorenses, plan que desconocía al gobierno de Carranza, seguido de la huida del varón de Cuatro Ciénegas y el incidente de Tlaxcalantongo que selló su suerte y al mismo tiempo el ascenso al poder nacional de Obregón, y así llegó éste a ocupar la silla presidencial, a imponer la otra visión del nuevo México, la fórmula urbana, y con su triunfo concluía la etapa armada de la revolución e iniciaba la contienda ideológica.
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