Nogales, en la década de 1860, estaba abandonado. Una descripción del lugar, hecha por unos viajeros estadounidenses que cruzaron desde el Norte por aquí en 1864, además de su referencia al Destino Manifiesto y su mención de los “sonoreños,” como se nos llamaba entonces, nos informa cómo era la cañada entonces:
“La travesía de este día por el valle de Nogales fue uno de las más placenteras de nuestro viaje. Cada milla que recorríamos, el terreno mejoraba en hermosura y fertilidad. La hierba que llegaba al hombro de nuestros caballos cubría todo el valle, y los cerros se encontraban vestidos con exuberantes bosques de encinas.
Nos detuvimos un rato en la línea fronteriza para examinar el monumento erigido por el Coronel Emory en 1855. Queda muy poco de él, salvo un deforme montón de piedras. Bandas vagabundas de sonoreños, en su odio de todo lo estadounidense lo han mutilado indudablemente como expresión de antipatía nacional. Esta gente dice que nunca consintieron en la venta de ninguna porción de Sonora, y todavía consideran a Arizona como legítimamente parte de su territorio.”
Pero no sólo el valle de Los Nogales estaba abandonado. También los ranchos situados a lo largo del río Santa Cruz, a pesar de su fertilidad, habían corrido la misma suerte por los constantes asaltos Apaches.
En la crónica ya citada, escrita por Ross Browne, describe un asalto Apache ocurrido entonces cerca del actual poblado de Los Picos a un grupo encabezado por Sam Butterworth. Iban los viajeros de San Lázaro a Tubac, siguiendo el río Santa Cruz:
“…un poco más allá del rancho desierto de Santa Bárbara, cuando una banda de Apaches, unos veinticinco o treinta, los atacaron desde los matorrales que bordean el lecho del río Santa Cruz. Tan pronto como aparecieron los indios, empezaron a gritar como demonios, disparando sus rifles y flechas, evidentemente con la idea de provocar confusión en el primer momento del ataque. Butterworth les ordenó a sus hombres que se quedaran en los vagones, diciéndoles que podrían derrotar fácilmente a los Apaches.
Los vagones fueron llevados a un mesquite, un poco a la derecha del camino para amarrar los animales. Mientras, los indios habían salido de su emboscada e incendiado la alta y seca hierba. Las llamas barrieron sobre los vagones tan rápidamente que fue necesario abandonar el abrigo del árbol y subirse a una meseta que había a unas 200 yardas de distancia, en donde se tuviera una posición ventajosa para pelear. Justo en el momento en que llegaban a este punto, con los indios gritando alrededor, la hierba fue incendiada de nuevo viento arriba y las llamas se les echaron encima. Butterworth se quedó en un vagón, armado con una escopeta de doble barril con la que mantuvo a raya por algún tiempo a los indios. Luego, cubriéndose con el humo, se alejaron de los vagones. Janín se lanzó hacia una cañada y se escondió, y Butterworth se parapetó detrás de un mesquite, en donde se decidió a hacerles frente como pudiera. Los Indios incendiaron la hierba nuevamente y las llamas se le echaron encima, obligándole a treparse al árbol por seguridad, quemándole aún así parte de los pantalones…”
Como los Apaches únicamente buscaban quedarse con lo que llevaban los viajeros, se dedicaron a saquear los vagones, olvidándose de éstos. Después, Janín y Butterworth, que se habían separado, se dirigieron a Santa Cruz a buscar auxilio. Janín, que conocía el terreno lo logró, aunque Butterworth se perdió y Don Joaquín Comandurán salió de Santa Cruz a buscarlo, rescatándolo a la altura del actual puente del ferrocarril sobre el río.
Un año después, el Gobernador Ignacio Pesqueira era derrotado cerca de Guaymas por los invasores franceses, lo que desencadenó una serie de protestas de conservadores contra él en todo Sonora. Pesqueira le entregó el Gobierno al Gral. Jesús García Morales en Cananea y se fue al exilio en Arizona, siguiendo a lo largo del río Santa Cruz.
El Cap. Calderwood le permitió acampar en la confluencia del Arroyo Los Nogales con éste, 12 Km al norte del actual Nogales, Arizona, en un lugar que desde entonces se llama Pesqueira Canyon. Su esposa, Ramona García Morales, se había mojado cruzando el río Santa Cruz, crecido por una tormenta, y contrajo neumonía; murió el 25 de octubre y fue enterrada en Tubac. La pena de sus infortunios le causaron a Pesqueira una congestión cerebral y luego una enteritis que le impidió moverse por varios meses. No fue sino hasta 1866 en que Sonora fue recuperada de los franceses, terminando, así, el Imperio en Sonora.
Hoy, es muchísimo lo que todo ha cambiado: el lugar donde acampó Pesqueira está cubierto de casas; desde Nogales se llega en cosa de minutos al sitio en que Butterworth fue emboscado, y el entonces desierto Valle de Nogales se ha transformado en la más importante ciudad de la frontera de Sonora.
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