Para 1918, México llevaba ya varios años intentando lograr la consolidación revolucionaria. Este proceso de consolidación provocó a su vez dos factores de inestabilidad con Estados Unidos: por un lado, los intentos de recuperar por parte de nuestro país los recursos del subsuelo, como el petróleo, así como la afectación de los grandes extensiones de tierras que se encontraban en manos extranjeras, habían provocado la reacción de intereses como los del Senador Albert Fall, o de periodistas como Randolph Hearst, quienes iniciaron una campaña de desprestigio contra nuestro país. Además, muchos de los intentos nacionalistas mexicanos fueron vistos como pro alemanes por algunos sectores estadounidenses, ya que por entonces se incorporó la nación vecina en la contienda que sería conocida como Primera Guerra Mundial, en contra de los países del Eje, entre los que se encontraba Alemania. Todo ésto provocó un sentimiento antimexicano en algunos sectores estadounidenses, proceso que culminó con este incidente internacional.
Ya en julio de 1916, debido a los rumores de que el norte de México sería invadido por la nación vecina, como hemos visto en otro artículo anterior, las poblaciones mexicanas cercanas a la frontera fueron evacuadas, y entre ellas se encontraba Nogales Sonora. (En seguida, muestro un fragmento de un mapa de Imuris realizado por razones obvias ese año por Inteligencia Militar de Estados Unidos, ya que Imuris abastecía parte de la carne y verdura que consumía Nogales. En la imagen aparece únicamente el centro del poblado, ya que el plano completo comprende a toda esa población, así como sus milpas y demás).
Y aunque la situación no derivó en una invasión, los incidentes internacionales continuaron: así tenemos que, en mayo de 1917 varios soldados estadounidenses que habían ido a la zona de tolerancia de Nogales, Sonora, ocasionan un escándalo en el cerro de la pila de agua situado al oeste del poblado, a la vez que el día último del año un celador mexicano, Francisco Mercado, es muerto por soldados estadounidenses en territorio mexicano porque acostumbraba acercarse a la línea y burlarse de los soldados estadounidenses.
Además, el primero de diciembre se establecía el requisito de obtener un pasaporte para poder cruzar la frontera; para hacerla cumplir, fueron colocados soldados a cada 100 yds para vigilarla e impedir el cruce indiscriminado, ya que únicamente se permitía cruzarla en el punto donde la vía férrea cruza la línea. Pero además, y más grave, los guardias no advertían de su trasgresión a quienes cruzaban por puntos prohibidos, simplemente mataban a quien lo intentaba.
Mientras ocurría ésto, los últimos días de 1917 los Ingenieros Henry Corbin y Manuel Bancaleri, de la Comisión Internacional de Límites, terminan de instalar los obeliscos Internacionales No. 122-A, 122-B y 122-C dentro de Nogales, así como los 123-A y 123-B al oeste de la población. Estos monumentos fueron establecidos debido a que el campamento militar estadounidense se encontraba muy cerca de la frontera en esa región, lo que será usado como argumento en algunos de los incidentes internacionales provocados por los soldados estadounidenses. Además, en el punto en que el río Santa Cruz cruza por segunda vez la frontera, en Mascareñas, los ingenieros reestablecieron el Monumento No. 118, que había sido destruido por una inundación anteriormente.
El 11 de febrero de 1918, cuatro policías estadounidenses armados cruzan la frontera y entran a la casa de Gregoria Torres, situada cerca de la línea y, derribando la puerta, arrestan a Gabriel Cota (mexicano) y a Jesús Santa Cruz (estadounidense), llevándoselos a Nogales, Arizona. Un mes después, el día 22, un desconocido con apariencia de indígena es muerto por un soldado estadounidense cuando intenta cruzar la frontera. El 1 de abril, el presidente municipal, Félix B. Peñaloza, le notifica al cónsul de México en Nogales, Arizona, que hubo disparos hacia el oriente de Nogales y que al acudir la policía encontraron a una mujer llorando, quien les dijo que unos soldados estadounidenses habían entrado a México y les habían disparado a sus 2 niños chicos. Peñaloza incluye en su comunicación al cónsul un comentario que resultará ser profético, quejándose contra:
“...los atentados que en más de una ocasión se han registrado en esta frontera, que merced a la prudencia de las autoridades que rigen en la misma, se ha evitado un derramamiento de sangre que hubiera podido tener fatales consecuencias, siendo en mi concepto de toda consecuencia haga Ud. una enérgica reclamación para poner un ´hasta aquí´ a los hechos criminales que ostentan con derroche de lujo los centinelas americanos contra nuestro pueblo, que conceptúan en estado salvaje provocando con sus desmanes a un conflicto internacional que debemos evitar...”
Este informe ocasionará, a su vez, que se le envíe un oficio al Embajador de México en Washington, fechado el 21 de julio, en el cual, en su parte medular se informa que
deseo referirme al servicio de vigilancia de la línea divisoria prestado por los soldados del Ejército Anglo-americano, en el desempeño del cual tienen orden de hacer fuego sobre aquella o aquellas personas que la crucen por lugares que no son los señalados por las autoridades Anglo-americanas. Hasta ahora en los casos que se han sucedido ... estas circunstancias en esta frontera, las víctimas siempre han sido mexicanos de humilde clase social, que ignorantes de cómo podrían salvarse de una muerte tan inesperada como injustificada, su misma ignorancia los ha llevado a un sacrificio que por lo innecesario es injusto.
Sin embargo, los incidentes siguen: el 18 de julio varios soldados estadounidenses estacionados al este de la población, en el cerro de la pila de Nogales, Az., frente a un barrio de reciente creación, “Pueblo Nuevo”, cruzan la frontera e incursionan en México, mientras que el día 22 dos soldados asaltan a caballo a Macario Rodríguez en la cañada de Las Canoas y el 6 de agosto otros soldados le hacen 3 disparos a Rafael Sosa Fuentes, aunque éste se defiende, contestando el fuego. En la averiguación de estos hechos, las autoridades estadounidenses darán como razón que los dos últimos incidentes se debieron a que esos mexicanos habían entrado a territorio estadounidense, mientras que las autoridades mexicanas, para evitar problemas al este de Nogales, ordenan en octubre que sea evacuado totalmente Pueblo Nuevo y que cualquier casa allí quede a una distancia mínima de 500 m. de la frontera, así como también a quienes viven cerca del hotel Cananea, por estar cerca de la línea.
La intensificación de tensiones internacionales se agravará, además, con la imposición de más medidas restrictivas para evitar al máximo el cruce de mexicanos a Nogales, Arizona. Entre éstas se encuentra la disposición del cónsul estadounidense en Nogales, Son., E. M. Lawton, quien anuncia que los mexicanos que trabajen en los EEUU sólo podrán cruzar dos veces diarias, y para ello se les sellará el pasaporte (unas tarjetas verdes de cartón con el retrato) con la leyenda de DIARIO; se calcula que el 75% de los nogalenses viven entonces de la oferta laboral de Nogales, Arizona. Por otro lado, al resto de los sonorenses -los que no trabajen del lado estadounidense-, se les permitirá el cruce sólo una vez por semana. Sin saberlo nadie, esta medida colmará el vaso y sólo esperará alguna gota para derramarlo.
Es la tarde del martes 27 de agosto, se encuentran haciendo guardia del lado estadounidense de la frontera, en el edificio de la estación del ferrocarril (train depot), que sirve de garita internacional, el celador A G Barber y el militar William A Tucker (del 35° Batallón de Infantería), mientras que el soldado William H Klint, quien era de los asignados al cuidado de la línea divisoria, está un poco más al sur, ya casi sobre la frontera. A su vez, del lado mexicano de la misma están de guardia los celadores Francisco Gallego, soltero de 21 años, quien vive con sus padres, Vicente Gallego y Mercedes González en la calle Hidalgo, entre la Vázquez y Aguirre; además de Andrés Ceceña, casado con Josefa Medina, orgullosos padres de una niña, y Alfredo Galván.
Tucker se encuentra sentado en una silla, platicando con Barber y secándose el sudor de la nuca cuando a eso de las 4:10 (hora de Nogales, Az. mientras que en Nogales, Sonora son las 3:40), ven acercarse a un mexicano que se dirige hacia el sur y que camina entre las dos vías del ferrocarril. Según declararían más tarde, creyeron ver que debajo de la camisa blanca ocultaba algo, por eso Barber le mandó hacer alto tres veces, en español, aunque el mexicano no obedece.
Enseguida se levanta Tucker para asistir al celador y éste saca su pistola y le vuelve a ordenar hacer alto. Al ver la conmoción, se aproximan los celadores mexicanos, quienes por su parte empiezan a decirle al mexicano que no se detenga. Tucker desenfunda entonces también su pistola y le grita al mexicano en inglés, ya que no sabe español: “¡Si cruzas esa línea va a haber otra cara más en el infierno!”. Al oír el grito el mexicano se detiene momentáneamente y le dice a Barber: “Ahorita vuelvo”. Es entonces cuando el guardia que se encuentra sobre la línea presenta armas y con el rifle trata de cortarle el paso al mexicano, y aquí las versiones difieren: mientras la estadounidense dice que Gallegos le dispara al guardia, hiriéndole, la mexicana dice que fue el soldado estadounidense quien disparó primero sobre el mexicano, que se llamaba Zeferino Gil Lamadrid, errando el tiro y que después Gallegos disparó sobre el soldado. Cualquiera de éstas que haya sido la verdadera, enseguida Tucker le dispara al celador mexicano con su revólver, desde una distancia aproximada de 6 metros. No se sabe si le mató en el acto, ya que mientras unos dicen que murió allí, otros sostienen que sólo fue herido y murió después. También durante este intercambio es muerto Ceceña, además del conserje del Ayuntamiento, José María Célis.
Viene después un momento de calma durante el cual ambos bandos corren a guarecerse a los edificios cercanos, al mismo tiempo que empieza a reunirse la gente atraída por los disparos. Media hora más tarde llegan refuerzos estadounidenses, entre ellos el Cap. Robert J. Mashburn, Comandante del 35° Batallón, quien al mando de unos 200 soldados de color se dirige al oeste de Nogales y ordena colocar una ametralladora arriba del cerro de la Crawford, al mismo tiempo que envía al Cap. Joseph D. Hungerford a que cruce la frontera y se apodere del cerro situado al este de Nogales (el de la Elías), para controlar desde allí el centro de Nogales, Sonora. Estas acciones son las que ocasionarán la intensificación de la batalla, misma que alcanzará su máximo entre las 3:40 y 5:15 PM.
En el asalto del lado este de la población es muerto Hungerford, aunque los soldados continúan su avance por ese lado del poblado. Además, inmediato a la frontera, el Cap. Roy Morledge al mando de la tropa A del 10 de caballería se apodera del hotel Abadie y desde allí sus soldados empiezan a disparar sobre los mexicanos que se encuentran cerca. Es probable que uno de estos soldados haya sido quien le disparó al Sr. Peñaloza.
Al escuchar los primeros disparos, el presidente municipal de Nogales, Félix B. Peñaloza, sale del Callejón situado todavía hoy entre la Calle Elías y la vía férrea, intentando ponerle alto a la violencia, aunque en un momento que se asoma para decirle a un grupo que se encuentra parapetado frente al consultorio del Dr. Priego que no disparen, y éstos le contestan que ni armas tienen, es alcanzado por un disparo, quedando tirado en la banqueta hasta que “algunos vecinos consiguieron, por medio de cuerdas, y amparados por la esquina atraerlo al callejón antes citado metiéndolo en la Botica del Dr. Priego”. Ya adentro, el médico lo empieza a curar, mientras que Peñaloza permanece consciente y, según declarará después el Dr. Priego, le dice al doctor que “no vaciló en exponerse a una muerte segura pero en su calidad de Presidente Municipal creyó cumplir con su deber, según él mismo me lo manifestó cuando ya estaba herido”. Y así sucede, ya que como a la media hora fallece por hemorragia interna. Al Dr. Priego le tocará expresar el sentimiento de los nogalenses sobre su actuación durante esta crisis:
“En mi concepto el acto del Señor Félix B. Peñaloza aparte de ser heroico, fue más bien patriótico porque quiso evitar a la patria un conflicto internacional y como autoridad estaba en su deber hacerlo, por lo que murió en el cumplimiento del deber”.
Mientras ésto sucede, el Comandante de la Guarnición de Nogales, Son., Cap. Adalberto J. Abasolo, les ordena a sus soldados no participar en la lucha, aunque reparte rifles a los civiles que acuden al cuartel, situado en la Calle Campillo. Por otro lado, ya fuera de la población (donde actualmente se encuentra la Plaza Hidalgo) se encuentra estacionado un tren con soldados yaquis, quienes al oír los disparos acuden a ayudar, al mismo tiempo que el Tte. Cor. Enrique Buelna, que estaba a su mando, se dirige al cerro situado al este de Nogales con soldados de caballería a desalojar a los estadounidenses, y así se generaliza el combate en la zona aledaña a la frontera.
Al mismo tiempo, el Cónsul de México en Nogales, Arizona, Garza Zertuche, por teléfono se comunica con las autoridades militares mexicanas proponiendo que en ambos lados de la frontera, en la Aduana mexicana y en el Palacio Municipal de Nogales, Arizona, a las 5:30 PM, sean elevadas sendas banderas blancas para terminar con el combate, a lo que acceden del lado mexicano. Sin embargo, no logra ponerse en contacto con el Cor. Herman, quien se encuentra inspeccionando la línea de fuego, y sólo alcanza a enviarle un mensaje proponiéndole su plan, a través de un capitán estadounidense. Herman, en el ínter, ha sido herido ligeramente en una pierna, y es curado en la enfermería.
Hay dos versiones de la respuesta de Herman a la propuesta del cónsul: una dice que contestó que de ninguna manera los estadounidenses elevarían una bandera blanca, y que al contrario, daba 10 minutos para que del lado mexicano fuera elevada ésta, de lo contrario quemaría al poblado sonorense; mientras que la otra, de Zertuche, se limita a decir que los estadounidenses no elevaron ninguna bandera a las 5:30, y sólo se limitaron a ordenar toques de clarín de cese al fuego. Una hora después se realiza una conferencia en el puente Bonillas entre los Jefes de Guarnición de ambas plazas, en donde se decide cerrar la frontera. En el transcurso de la noche el cese al fuego es roto varias veces.
La tarde del día siguiente se entrevistan el Gobernador Calles y el Comandante Cabell, y se acuerda reabrir el cruce de la frontera por lo que quedaba del día, siendo cerrada nuevamente a las 6 PM. Esa noche del 28, alrededor de las 10 se hacen unos 30 o 40 disparos desde el cerro situado al oeste de Nogales hacia Nogales, Az., uno de los cuales hiere ligeramente en un brazo a un soldado estadounidense, por lo que sus compañeros realizan disparos de ametralladora hacia el lado mexicano. Entonces Calles establece la ley marcial del lado sonorense. El jueves a las 6:30 AM. el soldado que había sido herido en el brazo dispara sobre un mexicano, Refugio García, que caminaba del lado sonorense, hiriéndole también ligeramente.
A las 11 del jueves se reúnen nuevamente Cabell y Calles, y allí el primero promete arrestar al soldado que había disparado a García y someterlo a corte marcial. Por otro lado, el cónsul Lawton informa que durante la batalla un grupo de sonorenses habían entrado al consulado estadounidense y lastimado al Sr. Coley, que prestaba sus servicios en el mismo. Se realiza una investigación y se encuentra que anteriormente Coley había trabajado como celador de la Aduana, manifestando siempre muy mal trato con los mexicanos, como el romperles los pasaportes y otras vejaciones. Que debido a las quejas contra él, el Administrador de la Aduana estadounidense había acordado despedirle, pero que esos días de agosto se había recargado mucho el trabajo en el consulado, por lo que se le había empleado allí desde el día 26, y al saberlo los nogalenses aprovecharon la ocasión para intentar vengarse. Se hizo ver que la agresión de los mexicanos había sido dirigida únicamente contra él y no contra el consulado estadounidense. Por su lado, Cabell promete también realizar una investigación sobre las causas del incidente. Al realizarse ésta, se concluirá que “los mexicanos resienten el tratamiento rudo y algunas veces lenguaje profano de los guardias aduanales estadounidenses”, además, entre las medidas adoptadas para evitar incidentes futuros se encuentra la de quitarles los rifles a los guardias fronterizos y dotarlos en cambio de garrotes y pistolas.
Después de los hechos, el ayuntamiento local intentará realizar una colecta para erigir un monumento a los héroes del 27 de agosto, aunque las precarias condiciones económicas se lo impiden. No será sino hasta tres años después que el Presidente de la República, Álvaro Obregón, obsequiará por parte de la federación a la ya Ciudad de Nogales el monumento que ya conocemos, realizado por el escultor Francisco Cafagna, el cual será inaugurado durante las fiestas patrias de 1921, y es colocado en un parque construido ex profeso al sur de la actual Plaza Hidalgo (en la imagen adjunta aparece el monumento, y al fondo se puede apreciar la entrada a la Cañada Héroes). Este es el monumento que se encuentra actualmente frente a la Plaza de los Niños Héroes.
Se ha sostenido en algunas ocasiones que este incidente internacional tuvo como causa cierta ingerencia alemana en la política mexicana. Como prueba se presenta el famoso telegrama Zimerman, interceptado por el gobierno inglés y hecho público, en el que el gobierno alemán, entonces en guerra contra EEUU, prometía ayuda al gobierno de Carranza para que México recuperase el territorio perdido frente a los EEUU. Este argumento sostiene que había presencia de espías alemanes entonces en Sonora, quienes se encargaron de radicalizar a la población en contra de los vecinos estadounidenses, y que a ésto se debieron los incidentes ya mencionados. Sin embargo, la Primera Guerra Mundial terminó a fines de ese año y a pesar de ello continuarán los incidentes entre soldados estadounidenses y civiles mexicanos, por lo que el argumento anterior queda sin fundamento.
Entre éstos tenemos que, el 28 de septiembre, todavía de 1918, son vistos cruzar hacia el sur a tres soldados extranjeros por el puente Bonillas y luego son detenidos cuando caminaban por la vía del ferrocarril. Al preguntárseles que por qué habían cruzado por una zona prohibida contestan primero que son soldados alemanes, aunque después confesaron ser estadounidenses. Unos días antes había sido detenido otro soldado en igualdad de condiciones, mientras que el 1 de octubre cruza otro soldado estadounidense, ahora hacia el norte por la Juárez, donde no había garita, y se une con sus compañeros.
Así continuarán las violaciones estadounidenses a las condiciones del cruce establecidas por aquellos meses, por lo que para evitar más problemas, el gobierno de Sonora ordena la construcción de una cerca de alambre que delimite la frontera (en la fotografía adjunta se puede apreciar la cerca construida, en el punto en que bloqueaba el cruce del Puente Bonillas, que estaba ubicado en el punto en donde la Calle Pesqueira llega a la frontera).
Sin embargo, tampoco esta medida funcionará, ya que los problemas internacionales continúan: el 19 de octubre, a las 9 AM, un avión de la fuerza aérea estadounidense hace varios disparos sobre Nogales, Sonora, aunque sin causar daños, y dos días después un grupo de leñadores mexicanos es atacado afuera de la población, cerca del panteón del Rosario, por un grupo de soldados estadounidenses quienes les matan un caballo, y aún después, en enero 7 de 1919, otro grupo de seis soldados estadounidenses realizan otra incursión a México.
Por mucho tiempo se intentó que Nogales fuera declarada heroica por el Congreso Federal, y no fue sino hasta el 22 de julio de 1961, cuando por la Ley No. 77 se consiguió que al nombre de Nogales se le antepusiera el calificativo de Heroica, gracias a la participación que tuvieran en la defensa del territorio nacional todos los nogalenses, ese 27 de agosto de 1918.
Ya en julio de 1916, debido a los rumores de que el norte de México sería invadido por la nación vecina, como hemos visto en otro artículo anterior, las poblaciones mexicanas cercanas a la frontera fueron evacuadas, y entre ellas se encontraba Nogales Sonora. (En seguida, muestro un fragmento de un mapa de Imuris realizado por razones obvias ese año por Inteligencia Militar de Estados Unidos, ya que Imuris abastecía parte de la carne y verdura que consumía Nogales. En la imagen aparece únicamente el centro del poblado, ya que el plano completo comprende a toda esa población, así como sus milpas y demás).
Y aunque la situación no derivó en una invasión, los incidentes internacionales continuaron: así tenemos que, en mayo de 1917 varios soldados estadounidenses que habían ido a la zona de tolerancia de Nogales, Sonora, ocasionan un escándalo en el cerro de la pila de agua situado al oeste del poblado, a la vez que el día último del año un celador mexicano, Francisco Mercado, es muerto por soldados estadounidenses en territorio mexicano porque acostumbraba acercarse a la línea y burlarse de los soldados estadounidenses.
Además, el primero de diciembre se establecía el requisito de obtener un pasaporte para poder cruzar la frontera; para hacerla cumplir, fueron colocados soldados a cada 100 yds para vigilarla e impedir el cruce indiscriminado, ya que únicamente se permitía cruzarla en el punto donde la vía férrea cruza la línea. Pero además, y más grave, los guardias no advertían de su trasgresión a quienes cruzaban por puntos prohibidos, simplemente mataban a quien lo intentaba.
Mientras ocurría ésto, los últimos días de 1917 los Ingenieros Henry Corbin y Manuel Bancaleri, de la Comisión Internacional de Límites, terminan de instalar los obeliscos Internacionales No. 122-A, 122-B y 122-C dentro de Nogales, así como los 123-A y 123-B al oeste de la población. Estos monumentos fueron establecidos debido a que el campamento militar estadounidense se encontraba muy cerca de la frontera en esa región, lo que será usado como argumento en algunos de los incidentes internacionales provocados por los soldados estadounidenses. Además, en el punto en que el río Santa Cruz cruza por segunda vez la frontera, en Mascareñas, los ingenieros reestablecieron el Monumento No. 118, que había sido destruido por una inundación anteriormente.
El 11 de febrero de 1918, cuatro policías estadounidenses armados cruzan la frontera y entran a la casa de Gregoria Torres, situada cerca de la línea y, derribando la puerta, arrestan a Gabriel Cota (mexicano) y a Jesús Santa Cruz (estadounidense), llevándoselos a Nogales, Arizona. Un mes después, el día 22, un desconocido con apariencia de indígena es muerto por un soldado estadounidense cuando intenta cruzar la frontera. El 1 de abril, el presidente municipal, Félix B. Peñaloza, le notifica al cónsul de México en Nogales, Arizona, que hubo disparos hacia el oriente de Nogales y que al acudir la policía encontraron a una mujer llorando, quien les dijo que unos soldados estadounidenses habían entrado a México y les habían disparado a sus 2 niños chicos. Peñaloza incluye en su comunicación al cónsul un comentario que resultará ser profético, quejándose contra:
“...los atentados que en más de una ocasión se han registrado en esta frontera, que merced a la prudencia de las autoridades que rigen en la misma, se ha evitado un derramamiento de sangre que hubiera podido tener fatales consecuencias, siendo en mi concepto de toda consecuencia haga Ud. una enérgica reclamación para poner un ´hasta aquí´ a los hechos criminales que ostentan con derroche de lujo los centinelas americanos contra nuestro pueblo, que conceptúan en estado salvaje provocando con sus desmanes a un conflicto internacional que debemos evitar...”
Este informe ocasionará, a su vez, que se le envíe un oficio al Embajador de México en Washington, fechado el 21 de julio, en el cual, en su parte medular se informa que
deseo referirme al servicio de vigilancia de la línea divisoria prestado por los soldados del Ejército Anglo-americano, en el desempeño del cual tienen orden de hacer fuego sobre aquella o aquellas personas que la crucen por lugares que no son los señalados por las autoridades Anglo-americanas. Hasta ahora en los casos que se han sucedido ... estas circunstancias en esta frontera, las víctimas siempre han sido mexicanos de humilde clase social, que ignorantes de cómo podrían salvarse de una muerte tan inesperada como injustificada, su misma ignorancia los ha llevado a un sacrificio que por lo innecesario es injusto.
Sin embargo, los incidentes siguen: el 18 de julio varios soldados estadounidenses estacionados al este de la población, en el cerro de la pila de Nogales, Az., frente a un barrio de reciente creación, “Pueblo Nuevo”, cruzan la frontera e incursionan en México, mientras que el día 22 dos soldados asaltan a caballo a Macario Rodríguez en la cañada de Las Canoas y el 6 de agosto otros soldados le hacen 3 disparos a Rafael Sosa Fuentes, aunque éste se defiende, contestando el fuego. En la averiguación de estos hechos, las autoridades estadounidenses darán como razón que los dos últimos incidentes se debieron a que esos mexicanos habían entrado a territorio estadounidense, mientras que las autoridades mexicanas, para evitar problemas al este de Nogales, ordenan en octubre que sea evacuado totalmente Pueblo Nuevo y que cualquier casa allí quede a una distancia mínima de 500 m. de la frontera, así como también a quienes viven cerca del hotel Cananea, por estar cerca de la línea.
La intensificación de tensiones internacionales se agravará, además, con la imposición de más medidas restrictivas para evitar al máximo el cruce de mexicanos a Nogales, Arizona. Entre éstas se encuentra la disposición del cónsul estadounidense en Nogales, Son., E. M. Lawton, quien anuncia que los mexicanos que trabajen en los EEUU sólo podrán cruzar dos veces diarias, y para ello se les sellará el pasaporte (unas tarjetas verdes de cartón con el retrato) con la leyenda de DIARIO; se calcula que el 75% de los nogalenses viven entonces de la oferta laboral de Nogales, Arizona. Por otro lado, al resto de los sonorenses -los que no trabajen del lado estadounidense-, se les permitirá el cruce sólo una vez por semana. Sin saberlo nadie, esta medida colmará el vaso y sólo esperará alguna gota para derramarlo.
Es la tarde del martes 27 de agosto, se encuentran haciendo guardia del lado estadounidense de la frontera, en el edificio de la estación del ferrocarril (train depot), que sirve de garita internacional, el celador A G Barber y el militar William A Tucker (del 35° Batallón de Infantería), mientras que el soldado William H Klint, quien era de los asignados al cuidado de la línea divisoria, está un poco más al sur, ya casi sobre la frontera. A su vez, del lado mexicano de la misma están de guardia los celadores Francisco Gallego, soltero de 21 años, quien vive con sus padres, Vicente Gallego y Mercedes González en la calle Hidalgo, entre la Vázquez y Aguirre; además de Andrés Ceceña, casado con Josefa Medina, orgullosos padres de una niña, y Alfredo Galván.
Tucker se encuentra sentado en una silla, platicando con Barber y secándose el sudor de la nuca cuando a eso de las 4:10 (hora de Nogales, Az. mientras que en Nogales, Sonora son las 3:40), ven acercarse a un mexicano que se dirige hacia el sur y que camina entre las dos vías del ferrocarril. Según declararían más tarde, creyeron ver que debajo de la camisa blanca ocultaba algo, por eso Barber le mandó hacer alto tres veces, en español, aunque el mexicano no obedece.
Enseguida se levanta Tucker para asistir al celador y éste saca su pistola y le vuelve a ordenar hacer alto. Al ver la conmoción, se aproximan los celadores mexicanos, quienes por su parte empiezan a decirle al mexicano que no se detenga. Tucker desenfunda entonces también su pistola y le grita al mexicano en inglés, ya que no sabe español: “¡Si cruzas esa línea va a haber otra cara más en el infierno!”. Al oír el grito el mexicano se detiene momentáneamente y le dice a Barber: “Ahorita vuelvo”. Es entonces cuando el guardia que se encuentra sobre la línea presenta armas y con el rifle trata de cortarle el paso al mexicano, y aquí las versiones difieren: mientras la estadounidense dice que Gallegos le dispara al guardia, hiriéndole, la mexicana dice que fue el soldado estadounidense quien disparó primero sobre el mexicano, que se llamaba Zeferino Gil Lamadrid, errando el tiro y que después Gallegos disparó sobre el soldado. Cualquiera de éstas que haya sido la verdadera, enseguida Tucker le dispara al celador mexicano con su revólver, desde una distancia aproximada de 6 metros. No se sabe si le mató en el acto, ya que mientras unos dicen que murió allí, otros sostienen que sólo fue herido y murió después. También durante este intercambio es muerto Ceceña, además del conserje del Ayuntamiento, José María Célis.
Viene después un momento de calma durante el cual ambos bandos corren a guarecerse a los edificios cercanos, al mismo tiempo que empieza a reunirse la gente atraída por los disparos. Media hora más tarde llegan refuerzos estadounidenses, entre ellos el Cap. Robert J. Mashburn, Comandante del 35° Batallón, quien al mando de unos 200 soldados de color se dirige al oeste de Nogales y ordena colocar una ametralladora arriba del cerro de la Crawford, al mismo tiempo que envía al Cap. Joseph D. Hungerford a que cruce la frontera y se apodere del cerro situado al este de Nogales (el de la Elías), para controlar desde allí el centro de Nogales, Sonora. Estas acciones son las que ocasionarán la intensificación de la batalla, misma que alcanzará su máximo entre las 3:40 y 5:15 PM.
En el asalto del lado este de la población es muerto Hungerford, aunque los soldados continúan su avance por ese lado del poblado. Además, inmediato a la frontera, el Cap. Roy Morledge al mando de la tropa A del 10 de caballería se apodera del hotel Abadie y desde allí sus soldados empiezan a disparar sobre los mexicanos que se encuentran cerca. Es probable que uno de estos soldados haya sido quien le disparó al Sr. Peñaloza.
Al escuchar los primeros disparos, el presidente municipal de Nogales, Félix B. Peñaloza, sale del Callejón situado todavía hoy entre la Calle Elías y la vía férrea, intentando ponerle alto a la violencia, aunque en un momento que se asoma para decirle a un grupo que se encuentra parapetado frente al consultorio del Dr. Priego que no disparen, y éstos le contestan que ni armas tienen, es alcanzado por un disparo, quedando tirado en la banqueta hasta que “algunos vecinos consiguieron, por medio de cuerdas, y amparados por la esquina atraerlo al callejón antes citado metiéndolo en la Botica del Dr. Priego”. Ya adentro, el médico lo empieza a curar, mientras que Peñaloza permanece consciente y, según declarará después el Dr. Priego, le dice al doctor que “no vaciló en exponerse a una muerte segura pero en su calidad de Presidente Municipal creyó cumplir con su deber, según él mismo me lo manifestó cuando ya estaba herido”. Y así sucede, ya que como a la media hora fallece por hemorragia interna. Al Dr. Priego le tocará expresar el sentimiento de los nogalenses sobre su actuación durante esta crisis:
“En mi concepto el acto del Señor Félix B. Peñaloza aparte de ser heroico, fue más bien patriótico porque quiso evitar a la patria un conflicto internacional y como autoridad estaba en su deber hacerlo, por lo que murió en el cumplimiento del deber”.
Mientras ésto sucede, el Comandante de la Guarnición de Nogales, Son., Cap. Adalberto J. Abasolo, les ordena a sus soldados no participar en la lucha, aunque reparte rifles a los civiles que acuden al cuartel, situado en la Calle Campillo. Por otro lado, ya fuera de la población (donde actualmente se encuentra la Plaza Hidalgo) se encuentra estacionado un tren con soldados yaquis, quienes al oír los disparos acuden a ayudar, al mismo tiempo que el Tte. Cor. Enrique Buelna, que estaba a su mando, se dirige al cerro situado al este de Nogales con soldados de caballería a desalojar a los estadounidenses, y así se generaliza el combate en la zona aledaña a la frontera.
Al mismo tiempo, el Cónsul de México en Nogales, Arizona, Garza Zertuche, por teléfono se comunica con las autoridades militares mexicanas proponiendo que en ambos lados de la frontera, en la Aduana mexicana y en el Palacio Municipal de Nogales, Arizona, a las 5:30 PM, sean elevadas sendas banderas blancas para terminar con el combate, a lo que acceden del lado mexicano. Sin embargo, no logra ponerse en contacto con el Cor. Herman, quien se encuentra inspeccionando la línea de fuego, y sólo alcanza a enviarle un mensaje proponiéndole su plan, a través de un capitán estadounidense. Herman, en el ínter, ha sido herido ligeramente en una pierna, y es curado en la enfermería.
Hay dos versiones de la respuesta de Herman a la propuesta del cónsul: una dice que contestó que de ninguna manera los estadounidenses elevarían una bandera blanca, y que al contrario, daba 10 minutos para que del lado mexicano fuera elevada ésta, de lo contrario quemaría al poblado sonorense; mientras que la otra, de Zertuche, se limita a decir que los estadounidenses no elevaron ninguna bandera a las 5:30, y sólo se limitaron a ordenar toques de clarín de cese al fuego. Una hora después se realiza una conferencia en el puente Bonillas entre los Jefes de Guarnición de ambas plazas, en donde se decide cerrar la frontera. En el transcurso de la noche el cese al fuego es roto varias veces.
La tarde del día siguiente se entrevistan el Gobernador Calles y el Comandante Cabell, y se acuerda reabrir el cruce de la frontera por lo que quedaba del día, siendo cerrada nuevamente a las 6 PM. Esa noche del 28, alrededor de las 10 se hacen unos 30 o 40 disparos desde el cerro situado al oeste de Nogales hacia Nogales, Az., uno de los cuales hiere ligeramente en un brazo a un soldado estadounidense, por lo que sus compañeros realizan disparos de ametralladora hacia el lado mexicano. Entonces Calles establece la ley marcial del lado sonorense. El jueves a las 6:30 AM. el soldado que había sido herido en el brazo dispara sobre un mexicano, Refugio García, que caminaba del lado sonorense, hiriéndole también ligeramente.
A las 11 del jueves se reúnen nuevamente Cabell y Calles, y allí el primero promete arrestar al soldado que había disparado a García y someterlo a corte marcial. Por otro lado, el cónsul Lawton informa que durante la batalla un grupo de sonorenses habían entrado al consulado estadounidense y lastimado al Sr. Coley, que prestaba sus servicios en el mismo. Se realiza una investigación y se encuentra que anteriormente Coley había trabajado como celador de la Aduana, manifestando siempre muy mal trato con los mexicanos, como el romperles los pasaportes y otras vejaciones. Que debido a las quejas contra él, el Administrador de la Aduana estadounidense había acordado despedirle, pero que esos días de agosto se había recargado mucho el trabajo en el consulado, por lo que se le había empleado allí desde el día 26, y al saberlo los nogalenses aprovecharon la ocasión para intentar vengarse. Se hizo ver que la agresión de los mexicanos había sido dirigida únicamente contra él y no contra el consulado estadounidense. Por su lado, Cabell promete también realizar una investigación sobre las causas del incidente. Al realizarse ésta, se concluirá que “los mexicanos resienten el tratamiento rudo y algunas veces lenguaje profano de los guardias aduanales estadounidenses”, además, entre las medidas adoptadas para evitar incidentes futuros se encuentra la de quitarles los rifles a los guardias fronterizos y dotarlos en cambio de garrotes y pistolas.
Después de los hechos, el ayuntamiento local intentará realizar una colecta para erigir un monumento a los héroes del 27 de agosto, aunque las precarias condiciones económicas se lo impiden. No será sino hasta tres años después que el Presidente de la República, Álvaro Obregón, obsequiará por parte de la federación a la ya Ciudad de Nogales el monumento que ya conocemos, realizado por el escultor Francisco Cafagna, el cual será inaugurado durante las fiestas patrias de 1921, y es colocado en un parque construido ex profeso al sur de la actual Plaza Hidalgo (en la imagen adjunta aparece el monumento, y al fondo se puede apreciar la entrada a la Cañada Héroes). Este es el monumento que se encuentra actualmente frente a la Plaza de los Niños Héroes.
Se ha sostenido en algunas ocasiones que este incidente internacional tuvo como causa cierta ingerencia alemana en la política mexicana. Como prueba se presenta el famoso telegrama Zimerman, interceptado por el gobierno inglés y hecho público, en el que el gobierno alemán, entonces en guerra contra EEUU, prometía ayuda al gobierno de Carranza para que México recuperase el territorio perdido frente a los EEUU. Este argumento sostiene que había presencia de espías alemanes entonces en Sonora, quienes se encargaron de radicalizar a la población en contra de los vecinos estadounidenses, y que a ésto se debieron los incidentes ya mencionados. Sin embargo, la Primera Guerra Mundial terminó a fines de ese año y a pesar de ello continuarán los incidentes entre soldados estadounidenses y civiles mexicanos, por lo que el argumento anterior queda sin fundamento.
Entre éstos tenemos que, el 28 de septiembre, todavía de 1918, son vistos cruzar hacia el sur a tres soldados extranjeros por el puente Bonillas y luego son detenidos cuando caminaban por la vía del ferrocarril. Al preguntárseles que por qué habían cruzado por una zona prohibida contestan primero que son soldados alemanes, aunque después confesaron ser estadounidenses. Unos días antes había sido detenido otro soldado en igualdad de condiciones, mientras que el 1 de octubre cruza otro soldado estadounidense, ahora hacia el norte por la Juárez, donde no había garita, y se une con sus compañeros.
Así continuarán las violaciones estadounidenses a las condiciones del cruce establecidas por aquellos meses, por lo que para evitar más problemas, el gobierno de Sonora ordena la construcción de una cerca de alambre que delimite la frontera (en la fotografía adjunta se puede apreciar la cerca construida, en el punto en que bloqueaba el cruce del Puente Bonillas, que estaba ubicado en el punto en donde la Calle Pesqueira llega a la frontera).
Sin embargo, tampoco esta medida funcionará, ya que los problemas internacionales continúan: el 19 de octubre, a las 9 AM, un avión de la fuerza aérea estadounidense hace varios disparos sobre Nogales, Sonora, aunque sin causar daños, y dos días después un grupo de leñadores mexicanos es atacado afuera de la población, cerca del panteón del Rosario, por un grupo de soldados estadounidenses quienes les matan un caballo, y aún después, en enero 7 de 1919, otro grupo de seis soldados estadounidenses realizan otra incursión a México.
Por mucho tiempo se intentó que Nogales fuera declarada heroica por el Congreso Federal, y no fue sino hasta el 22 de julio de 1961, cuando por la Ley No. 77 se consiguió que al nombre de Nogales se le antepusiera el calificativo de Heroica, gracias a la participación que tuvieran en la defensa del territorio nacional todos los nogalenses, ese 27 de agosto de 1918.
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