El 27 de agosto de 1918, al ocurrir el incidente internacional que merecidamente le ha dado el título de Heroica a Nogales, Sonora, Álvaro Obregón se encontraba en San Francisco, California. Su casa en Nogales, en la que se habían quedado su esposa María Tapia y sus hijos, estaba ubicada (donde hoy está el cruce peatonal a Estados Unidos en la garita No 1) a unos pasos del escenario del incidente internacional, y fue blanco de incontables disparos estadounidenses. Al concluir el ataque, Ezra M. Lawton, Cónsul de Estados Unidos en Nogales, Sonora, se llevó a la familia de Obregón a Nogales, Arizona, a que esperara en la casa del padre de Doña María a que se serenara la situación (en la foto de abajo, que ve hacia Nogales, Arizona, aparece la casa de Obregón en el extremo izquierdo de la imagen, mientras que la frontera corre de izquierda a derecha).
Obregón había escogido a Nogales para vivir desde su renuncia a la Secretaría de Guerra del gobierno de Venustiano Carranza, y aquí había iniciado varios negocios; además, en junio de ese año, a iniciativa del Presidente Municipal, Félix B. Peñaloza, al constituirse la Junta Permanente de Mejoras de Nogales, había sido escogido como su primer Presidente. Por eso, al regresar a Nogales debió recordar con afecto al sacrificado Presidente Municipal.
El mundo estaba entonces inmerso en la Primera Guerra Mundial, lo que llevó a Estados Unidos a incrementar sus medidas de seguridad, así como a intentar descubrir tendencias pro alemanas en los políticos de otros países, y los revolucionarios de México no se quedaron atrás: algunos estadounidenses confundían entonces al nacionalismo mexicano como pro alemán y después lo interpretarían como pro comunista. Pero no nos adelantemos…
Amaneciendo el 11 de noviembre sonaba en la vecina población la sirena de los bomberos acompañada de balazos: se celebraba el armisticio que daba fin a la Primera Guerra Mundial, firmado ese día en Compiegne, Francia, “a la onceava hora del onceavo día del onceavo mes.”
Empezando 1919, Nogales Arizona ya había iniciado su transformación económica al aproximarse el final de la etapa bélica de la revolución mexicana y el cierre del campamento militar, Stephen D. Little.
Charles Dumazert era dueño de La Ville de Paris, tienda de artículos de vestir que le vendería poco después a un recién emigrado de Ponevezh, Lituania, Hyman Capinski, quien cambió su apellido a Capin al llegar a América (En seguida aparece la Calle Morley, que se convertiría en el centro de la transformación económica de Nogales, Arizona).
Sin embargo, el evento más importante para el futuro del país ocurrió el 1 de junio de ese 1919, cuando Álvaro Obregón lanzó desde la entonces Villa de Nogales un manifiesto en el que exponía su análisis de la situación nacional al aproximarse la sucesión presidencial.
México estaba regido por dos partidos, decía, el Conservador y el Liberal, “el primero integrado por los grandes acaudalados, el alto clero y los extranjeros privilegiados; y el segundo por las clases trabajadoras: jornaleros, obreros, profesionales, agricultores, ganaderos e industriales en pequeño; constituyendo éste último grupo una verdadera mayoría de la familia mexicana.” Pero a pesar de ser mayoría el partido Liberal, no lograba el triunfo por sus disensiones internas. Esta situación auguraba un peligro enorme para México por la posibilidad de que resurgiera la violencia en las próximas elecciones. La solución, argumentaba Obregón, era ofrecerse como candidato a la Presidencia pero bajo la bandera de un nuevo partido que no estuviese regido por las disensiones. Así, a su candidatura debería acompañarse de “una nueva organización.”
Además, entendiendo perfectamente la importancia que tenían para el país las relaciones con la nación vecina, ya que precisamente para familiarizarse con los modos estadounidenses de vida y de ser había escogido a Nogales para vivir desde su renuncia a la Secretaría de Guerra, ahora proponía varios principios en lo internacional: la inviolabilidad de la soberanía mexicana y de las demás
naciones; el respeto a los derechos adquiridos en México por los extranjeros; facilitar la inversión de capitales foráneos “para el desarrollo y fomento de las riquezas naturales;” y reforzar las relaciones internacionales de México.
El Presidente Carranza, por otro lado, también había comprendido lo fundamental que era y es para México la nación vecina, y por eso escogió al Ing. Ignacio Bonillas para sucederle, ya que en él se manifestaba otra vertiente del entender a Estados Unidos. Bonillas había nacido en San Ignacio, Sonora, había cursado hasta la preparatoria en Tucsón y luego Ingeniería de Minas en el Tecnológico de Boston,
para después regresar a Sonora en donde fue Perito de Minas en los Distritos de Magdalena, Altar y Arizpe; Prefecto en los de Magdalena y Arizpe; Presidente Municipal de Magdalena y de Nogales, y Diputado Local de 1911 a 1913. Al sobrevenir la revolución, Carranza lo escogió para que dirigiera dos Secretarías, de Fomento, y de Comunicaciones y Obras Públicas. Después asumiría la posición que tenía entonces: Embajador de México en Estados Unidos, en cuyo desempeño había logrado solucionar armónicamente los problemas suscitados entre ambas naciones por la revolución, la nueva Constitución, el Villismo y la Primera Guerra Mundial.
Por eso es que regresando la contienda presidencial que se avecinaba, podemos asegurar que en Obregón y Bonillas prometían competir dos visiones diferentes de la relación de México con los Estados Unidos, aunque nunca sabremos cómo se habría desarrollado ésta de haber ganado Bonillas la Presidencia de México…
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