La primera fase de la revolución en Nogales corresponde principalmente a hechos aislados, promovidos en su mayoría por miembros del Partido Liberal Mexicano (PLM) de los hermanos Flores Magón. De cualquier manera, Agua Prieta y Douglas se convertirían, durante esta primera etapa revolucionaria, en unos de los escenarios más importantes de insurrección al estar situadas entre los pueblos mineros del Norte de Sonora y Sur de Arizona, ya que en ellos la agitación magonista tuvo mayor actividad.
Sin embargo, el primer incidente en Nogales, indicativo de que el Porfirismo no sería la solución social y económica para el país, no estuvo directamente relacionado con el PLM, sino que fue el asalto de seguidores de Teresa Urrea al poblado, el 12 de agosto de 1896. Esa noche, entre 60 y 70 individuos asaltaron el centro de la población, apoderándose del nuevo edificio de la Aduana, en donde permanecieron hasta el amanecer siguiente. Uno de los participantes en el asalto, Abraham Salcido, continuaría su oposición al régimen Porfirista, ahora como miembro del movimiento Magonista. En 1903 fue arrestado en Morenci, Arizona por provocar disturbios durante una huelga de mineros y condenado a tres años de prisión en Yuma (en la derecha aparece una imagen suya, tomada cuando estuvo preso en Yuma). Al salir libre, se fue a Cananea en donde intervino en el preludio de la huelga que se ha convertido en emblemática de la revolución mexicana.
Y así como lo experimentado por Salcido, hubo más incidentes que tuvieron como escenario a la entonces nueva población de Nogales, los que anunciaban la inconformidad social por la situación económica, y principalmente por la discriminación hacia los mexicanos en México mismo. El espacio de estas líneas no me permite extenderme más sobre el tema, por lo que escogeré para mostrar la inestabilidad de entonces la historia del indígena Mayo, Fernando Palomares, quien desde los primeros años de 1900 distribuía el periódico Regeneración del Partido Liberal (PLM) en nuestra región, y en 1905 publicaba en Tucsón el periódico El Defensor del Pueblo. Al ser éste clausurado, se fue a Cananea a participar en la huelga minera, de donde se dirigió a Los Angeles a seguir participando en el PLM.
En 1908, con el cargo de Delegado especial del PLM, Palomares entraba a Sonora desde Arizona a Nogales, y en una carta dirigida a Ricardo Flores Magón le describió su odisea para escapar de sus perseguidores. Para ir a Nogales desde Tombstone se subió a un tren carguero, aunque fue descubierto por un garrotero y arrojado del tren. Al caer del ferrocarril se lastimó una pierna, herida de la que no se recuperaría jamás. Como pudo, llegó caminando a Nogales (a la derecha muestro una fotografía de la estación del ferrocarril de Nogales, viendo hacia el Sur. Este edificio se ubicaba unos metros más al Sur de la frontera. El acantilado de la Calle Elías se puede apreciar a la izquierda) y de aquí se fue al Bacatete, buscando incorporar a los indígenas al movimiento liberal. Para su mala suerte, esta carta fue interceptada por el gobierno del Estado, lo que desató una feroz cacería que duró varios meses para apresarlo. Así, el gobernador Fernando Cubillas le enviaba un telegrama el 29 de junio al Presidente Municipal de Nogales, Alberto Claussen, pidiéndole: “procure empeñosamente su aprehensión y que se le catee minuciosamente…” De igual forma, fueron alertadas las autoridades de las poblaciones en la ruta del ferrocarril. Sin embargo, parecería que a Palomares se lo había tragado la tierra, por lo que el Presidente Díaz intervino directamente en la orden de hallarlo.
Lo que no sabían sus perseguidores era que Palomares había sido detenido en Guaymas pensando que era un vago, y aunque llevaba correspondencia comprometedora de los Flores Magón no le fue hallada, por lo que la destruyó, comiéndosela. Después de ser liberado se iría a la Ciudad de México, y el 15 de septiembre asistió a la ceremonia del grito, esperando que el Presidente Díaz asomara la cabeza por el balcón Presidencial. Le disparó con un arma que había conseguido aunque no tuvo suerte. Logró escapar cuando la policía se lanzó sobre la muchedumbre, intentando detener al autor del intento de magnicidio. Y así como el caso de Palomares, hubo muchos otros más que qntecedieron a la revolución, y en los que Nogales actuó como escenario.
Lo que no podían prever quienes perseguían a Palomares, era que el más significativo evento por entonces, y en que también Nogales figuraba, ocurrió el 13 de enero de 1910, cuando Francisco Ignacio Madero, quien promovía por entonces al movimiento antireeleccionista, cruzó de incógnito esta frontera, viniendo de Hermosillo, ya que le habían advertido que se preparaban actos violentos para recibirle en el Norte de Sonora, y así desistió visitar Cananea para realizar un mítin en el mineral. Y aún más, Madero mismo no podía imaginarse entonces que su campaña llevaría al inicio de un movimiento con alcances imprevisibles, el que sacudiría profundamente el tejido social y político del país. Eso lo veremos en artículos posteriores de esta serie
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